jueves, 2 de agosto de 2012

Las cuatro estaciones - 1ª parte - Reflexiones




LAS CUATRO ESTACIONES






Recuerdos de mi niñez

(1958 -1964)


"Pasión, amistad, amor y calma,
son los colores, los sabores
de las cuatro estaciones del alma,
cuál de ellas mejor,
cuál la mas deseada".

"La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño". (Nietzsche)





LAS CUATRO ESTACIONES

PARTE I

"Soy una colección de recuerdos pegados en mi alma,
mezclados con canciones, aromas y sueños.
El tiempo rescata lejanas esencias,
ilumina oscuros rincones del pasado
y enciende el relámpago de la memoria."


REFLEXIONES

“Recuerdo que el mundo era grande para mi, todo lo quería descubrir….”



 
Aunque parezca obvio decirlo, todos hemos sido niños alguna vez. Y sin lugar a dudas, las esquinas de nuestra memoria, reflejan las tenues luces del brillo de la infancia.
La infancia… el comienzo del camino, el alumbramiento de nueva esperanza. ¿Quien no recuerda aquellos bellos momentos?, en donde las preocupaciones parecían superfluas, el cielo siempre brillaba, y una simple rama de árbol en forma de pistola, era nuestro tesoro mas preciado, donde las heridas de nuestras rodillas eran para presumir y no para esconderlas, cuando la risa era nuestra eterna amiga y la apariencia no importaba. Pero lamentablemente sabemos que es imposible retroceder… la vida se vive por intervalos de tiempo.


"Siempre, con el balón"
Descubrir el mundo, interpretarlo con nuestras primeras teorías, comprender la exquisita trama de las relaciones humanas, las trampas del lenguaje, las desilusiones y las sorpresas, las máscaras de la cultura y sus disfraces... sin duda, se trata de delicadas y sutiles huellas que pueden incluso tener la asombrosa capacidad de influir sobre nuestro presente... porque pueden continuar vigentes, en cada uno de nosotros, aunque revisadas y hasta embellecidas por el paso del tiempo y de las aventuras de la vida.
Recuerdo mi niñez en un mundo donde no existía violencia, donde se podía ir a la escuela y estudiar, donde jugar con los amigos era lo más importante, donde los adultos y docentes no nos calificaban como niños hiperactivos y nos dejaban vivir la vida a nuestra manera. Lo más bonito de ser niño es que disfrutas de cualquier cosa que los adultos llaman algunas veces estupideces.
Mi infancia no fue precisamente una época de abundancia, por el contrario, en mi hogar había bastantes necesidades. Pero a pesar de ello, los recuerdos que prevalecen no son los de escasez, ni de tristeza, sino los que me llenan de alegría cada vez que vienen a mi mente… esas tardes de juego con todos los amigos en la que las diferencias sociales y de edad no existían, las visitas cada domingo a la iglesia, la escuela, el mes de María, las peleas, los interminables partidos de fútbol...Mi infancia fue feliz, con pocas cosas materiales pero con mucho amor.




Creo que mi imaginación era más en aquel tiempo y estaba desbordada aún por algo desconocido que fui perdiendo con los años. Pensaba en el aroma de Enero y olía a invierno, pensaba en el invierno y podía sentir el aire espeso de humedad fría y mi aliento congelándose al contacto con el ambiente. La nariz se me llenaba de frescura y creo que podía sentirla sonrojada. El sol fue lo único que no cambio de aquellas épocas. Porque hace mucho que no recuerdo ni percibo lo demás. Quizá si lo hubiera contado en aquel tiempo alguno de los amigos que tenía lo habría comprendido… No lo hice, con siete años de vida uno está más interesado en descubrir que en compartir y, ahora, aunque lo cuento y lo escribo habrá muy pocas personas que lo entiendan y serán menos las que puedan sentirlo, no sólo ese aroma, sino otros más sencillos: los árboles frutales que huelen a abrazos, el patio del colegio que huele a amigos, la vereda del río que huele a silencio y las hojas cayendo de los árboles que huelen a un sol languidecido, a frescura, a cielo desmoronándose en trozos de hojas de morera... Tantas fragancias que suplen al dolor ya plantado en las raíces de un recuerdo presente.



"Vicente, Mª Carmen, Mª Jesús y yo"
"El tiempo que pasa por nuestras vidas, vidas que pasan por nuestro tiempo. Yo estoy bien aquí, en mi nube azul, todo es como yo lo he inventado y la realidad, trozos de cristal, que al final hay que pasar descalzo..." me vienen a la cabeza mil imágenes, grabadas en mi memoria por el paso del tiempo. Funcionamos girando alrededor del tiempo y él vive girando alrededor de nosotros.
Son flashes, fotografías que resisten el paso de los años. La imaginaria filmación tiene baches, interrupciones, distintas intensidades. Hay muchos rostros que no he retenido, paginas en blanco, más hay algunas que no han podio borrarse de mí corazón.
Las cosas no son como sucedieron, si no, como se recuerdan. Es como ver tu imagen reflejada en el cristal de una ventana, el polvo y los reflejos de la luz, la distorsionan, o como una hoja doblada de papel a la que le ha caído liquido, al desplegarse va revelando dibujos inesperados, difuminados y deformados.
Como todas las cosas que amamos, y se van de nuestras vidas, apenas.... sin que nos demos cuenta, de que han marchado, de que ya no forman parte de nosotros, ni nosotros de ellas....Ya no conjugamos los verbos en un alegre presente, "somos", y pasamos a conjugarlos en  un nostálgico pasado, "fuimos"....
Pero todos y cada uno de los tiempos conjugados en pasado forman parte de nosotros, en un precioso y valorable recuerdo, que nos acompañará toda la vida, en especial, si fue como en mi caso.
Fueron tan hermosos aquellos años, que por más que me esfuerce en tratar de explicar lo que fue, las letras, las sílabas, las palabras, no alcanzan a explicar que aquel, fueron los años más hermosos de mi vida.
Me gustaría poder ser capaz de pasar esas vivencias a todo el que lea estas lineas, pero se que las vivencias de cada uno son intransferibles. Pero tengo la esperanza de que todo el que viviera aquellos años, comprenda de que estoy hablando.



Final 1ª parte










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