miércoles, 10 de junio de 2015

Las cuatro estaciones II - 4ª parte - Nostalgia.





LAS CUATRO ESTACIONES

4ª PARTE



8

Nostalgia


Como ha pasado el tiempo, ha sido un abrir y cerrar de ojos, ahora cada vez que puedo me zambullo en los recuerdos de mi niñez, y eso me reconforta, porque mi infancia fue muy feliz, junto a mi querida y entrañable familia. 

La nostalgia ese sentimiento que a veces te permite recordar con alegría y darte un paseo por el tiempo. Es bonito cuando echas la vista atrás y recuerdas tu infancia o juventud sintiendo una sensación de emoción del tiempo pasado, ese sentimiento encantador ante el recuerdo de lo ausente o desaparecido para siempre en el tiempo.

La nostalgia de los tiempos pasados, esa sensación triste y dulce de lo que ya no está, se nos presenta en ocasiones y cualquier cosa que nos recuerde a aquellos años nos llena de emoción. 

Mi mundo era el poblado del Salto de Millares, la escuela, sus pequeñas calles… Qué bonito era ser niño, la vida era tan sencilla y simple, todo se resumía en ser feliz, tu mayor preocupación era que llegara la hora de salir a jugar, el frío y el calor no eran pretexto para estar con tus amigos, un bote podía ser tu mejor balón, o correr era suficiente para divertirse, el dinero no era necesario, tener 50 céntimos era sentirse millonario, como cambia el tiempo y como se anhela a veces volver.


"El poblado"


Hoy quiero volver a ser un niño, andar de la mano de mis padres, y balancearme mientras entre ambos me sujetan sin esfuerzo, yo con mi ropa de domingos, ellos con la sonrisa de fiesta. Quiero aprender, otra vez, a montar en bicicleta, y que mi padre sujete mi sillín y me prometa que no me va a soltar. Y que vuelva a soltarme. Quiero que, mi madre, cure mis rodillas heridas de niño, mis codos, mi barbilla, que me consuele, que me limpie, que me peine, que seque mis lágrimas. Quiero volver a comparar mi mano con la suya y comprobar que, aún y por siempre, es mucho más grande que la mía.

Quiero volver a pelear, en broma, con mis amigos sobre la hierba verde y fresca del pasado. Quiero echar carreras con ellos en él cemento y volver a jugar los interminables partidos de fútbol.

Quiero volver a hablar con mis amigos, entonces conversábamos entre nosotros, no como hoy, que se han creado generaciones del silencio, las de la cabeza baja porque están pegados a sus teléfonos y sumergidos en las dimensiones electromagnéticas, olvidándose del mundo que los rodea. Nos preocupábamos por conocer a nuestros vecinos y sus familias.

Nunca tuvimos teléfonos inteligentes, los inteligentes éramos nosotros, que nos las ingeniábamos para leer la mayor cantidad de libros que pudiéramos. Tampoco ordenadores, “play stations”, y otros instrumentos idiotizantes que hoy en día hacen que los niños y adolescentes pasen pegados frente una pantalla, sino que teníamos el poblado, las calles, el río, el monte… para nuestras aventuras de héroes, piratas, soldados y cosas así.

Compruebo estos días que le memoria es como un ovillo de hilo, si tomas el cabo y tiras de él y tiras y tiras, parece que hay mucha más hilo del que esperabas. Y eso me está ocurriendo desde que meencontré con los amigos de la niñez. Según tiro del ovillo voy hallando historias de mi pasado que había olvidado. Recuerdo el nombre de algun amigo  y tras él, aparecen varios más. Recuerdo un lugar y de repente veo la escena, con detalles. Veo la foto del Salto de Millares y mágicamente siento y huelo su aire. Se me revelan detalles de mi pasado que había olvidado. La vida se deconstruye con el tiempo, pero la mía se está recomponiendo, como un puzzle.

Lo que si viene a mí memoria, es el detergente Tú-Tú, la lejía de los Tres Ramos o los jabones Lagarto siempre estaban en el hogar mientras que en la mesa estaba la botella de vino rellenable, la gaseosa La Pitusa o el Agua del Carmen que se daba en los momentos trágicos como una muerte o un disgusto para pasar "el mal trago".

Los chiclés Bazooka estaban nuestra boca los domingos o día de fiesta, como algo excepcional, mientras jugábamos al fútbol o al aro y, por si nos caíamos y nos hacíamos herida, la escandalosa Mercromina siempre estaba en el botiquín.

También me acuerdo de aquellas reuniones vecinales, el día de la “Virgen del Carmen”, donde lo celebrábamos todos. Era un día muy señalado para nosotros, ¡era el día grande!


"La capilla y la escuela, al fondo, el río Jucar"


Cuantas cosas puedo contar de mi niñez... niñez enmarcada en el centro neurálgico del poblado, el "cemento". Ahora cuando pienso en aquellos días, la nostalgia me embarga de tal manera, que daría algo por encontrarme sentado en la puerta  de mi casa. Hoy, cuando me sumerjo en mi historia descubro día a día cosas maravillosas de esa etapa de mi vida, y hasta este momento, momento en el que me he parado a pensar sobre mis vivencias y que en definitiva son los primeros recuerdos de mi existencia, me he dado cuenta, de lo afortunado que ha sido mi vida hasta ahora. He ido quemando etapas, pero nunca me había parado a reflexionar sobre las mismas. Haciéndolo he descubierto un mundo ante mí en el cual he sido protagonista, y al no ser por esta introspección hacía mi interior, no hubiera descubierto jamás.




FINAL DE LA 4ª PARTE

No hay comentarios:

Publicar un comentario